Dejar a sus presos depositados en un limbo desprovisto de legalidad alguna; sin fórmula de juicio, sin dictámenes ni horizontes con desenlaces a la vista. Cuando toque glosar algunas de las taras más condenables, algunos de los hábitos administrativos más perversos del período comprendido en estos 14 años, este peculiar vicio legal, por socorrido, sin lugar a dudas será uno de los más recordados en el futuro.Los cuatro directivos de Econoinvest, presos a la fecha incluso sin que la Fiscalía haya formalizado contra ellos alguna acusación específica, han tenido que cruzar un árido desierto en torno al cual se ha construido un perverso carrousel de subterfugios y excusas, concebidos para prolongarles la estancia en prisión la mayor cantidad de tiempo posible. Jueces que conocen el caso y lo abandonan; posposiciones conjugadas al infinito de la apertura del juicio; un exasperante alargue en el uso de las formalidades y tecnicismos judiciales, concebidos todos para que todo quede igual.
Aún cuando todas las operaciones que realizaban eran escrupulosamente supervisadas por las autoridades monetarias del país, y que, incluso, en varias ocasiones el propio gobierno acudió a sus instancias para realizar operaciones cambiarias con el objeto de salvaguardar sus objetivos económicos, la captura de los cuatro directivos de la Casa de Bolsa más importante del país, y la liquidación definitiva de sus servicios, le sirvió de pórtico a una campaña deleznable y sórdida, en la cual algunos desencaminados formadores de opinión amigos del gobierno hicieron todo lo posible por ajustar cuentas y saldar antipatías personales contra miembros de la sociedad civil.


















