Porque a alguien le da la gana. Tiene que ser porque a alguien le da la gana. No hay duda, están presos porque a alguien le da la gana. No hay otra razón que explique por qué, después de más de dos años, Herman Sifontes, Miguel Osío, Ernesto Rangel y Juan Carlos Carvallo, directores de Econoinvest, todavía estén presos.
Nadie ha probado la comisión de delito alguno. Esa cosa que ha habido hasta ahora no puede llamarse juicio. Nadie ha dicho por qué están presos. Pero siguen presos. Presos sin sentencia, así como suena de pavoroso. Cuatro ciudadanos despojados de su derecho a la libertad, el más elemental y sublime de los derechos del hombre.
En el momento de la intervención, en mayo de 2010, escandalosamente justificada por uno de los muchos shows mediáticos del presidente Chávez, Econoinvest era una empresa solvente. El dinero de esa gente nunca desapareció, como se quiso hacer ver. Ese dinero ya está en manos de los ahorristas, sus legítimos dueños.
Pero ese dinero no llegó antes a las manos de sus propietarios porque así lo decidió el gobierno nacional. Por cierto que, como es práctica rutinaria hoy en día, nadie ha explicado tampoco por qué los interventores tardaron tanto tiempo en entregar a los ahorristas su dinero, que evidentemente estaba en Econoinvest.
¿A quién le da la gana que estos ciudadanos sigan presos? ¿Por qué ese sujeto se arropa con la cobardía del poder que le confiere un cargo público, que es para servir, y en ningún caso para satisfacer íntimas frustraciones y lamer la bilis de la venganza? ¿Qué torcedura mental lo mueve a proceder de esta manera tan infame?
Esos cuatro ciudadanos, sus familiares, y los millones de habitantes que formamos parte de este país, y al igual que en otros casos igualmente censurables, tenemos el inviolable derecho, y el deber, de reclamar a los responsables de impartir justicia en nuestro país, que respeten su obligación, que es cumplir y hacer cumplir las leyes.
Y la justicia es una sola. La que se cumple y se hace cumplir sin que medien las bajas pasiones. Herman Sifontes, Miguel Osío, Ernesto Rangel y Juan Carlos Carvallo son cuatro seres humanos que merecen vivir en libertad. "La libertad no hace felices a los hombres, los hace sencillamente hombres," sentenció Manuel Azaña.
El Universal, 20/07/2012, enlace al original