Claro que no se trata de magnates sino de mangantes, que no es lo mismo. Hay personas que han hecho fortuna con su trabajo o su iniciativa pero saben que toda riqueza es a fin de cuentas social y que por tanto tienen una responsabilidad con la sociedad. No es justo confundirlos demagógicamente con esos otros “ricos” depredadores e insolidarios. Me temo que algo así es precisamente lo que está ocurriendo hoy en Venezuela. El presidente Hugo Chávez ha decidido que las Casas de Bolsa son las culpables del desastre económico de su país, sin duda para ocultar su propia responsabilidad e incompetencia. De modo que ha encarcelado sin mayores miramientos legales a Herman Sifontes y otros tres directivos de Econoinvest, la entidad que patrocina la Fundación para la Cultura Urbana, un proyecto cultural y democrático de primer orden en la maltrecha Venezuela actual. Entre otros muchos intelectuales, músicos y artistas de diversos países y tendencias ideológicas, yo he sido invitado de esa Fundación y puedo atestiguar su interés por el desarrollo social y cultural de la comunidad. La persecución que hoy sufren no penaliza la riqueza insolidaria sino el esfuerzo por utilizar los beneficios obtenidos de modo provechoso para el desarrollo del país. No castiga a quienes empobrecen el país, sino a quienes culturalmente lo enriquecen. Y de paso encubre a los auténticos creadores de miseria.
Se cuenta que, en la época de la llamada “revolución de los claveles” portuguesa, uno de sus más radicales y menos ilustrados representantes –Otelo Saraiva de Carvalo- acudió a Suecia para pedir apoyo político. El entonces presidente del país escandinavo, el socialdemócrata Olof Palme (más tarde asesinado) le preguntó por su programa de reformas. “Queremos acabar con los ricos”, le dijo muy ufano el militar extremista. Y Palme le respondió: “es curioso, porque lo que nosotros pretendemos aquí es acabar con los pobres”. Es un matiz importante, que separa la vacua demagogia del verdadero progresismo. Y una lección hoy muy oportuna, tanto para Venezuela como para España.
El Nacional, 10/06/2010