Supe de la Fundación para la Cultura Urbana en el año 2003. En el ya de por sí hambreado sector cultural venezolano, se rumoraba lo cuantioso del premio: siete millones de bolívares de los viejos, siete mil de los actuales. Un monto verdaderamente significativo hace una década.
La arriesgada apuesta monetaria se correspondía con los requisitos formales: una novela podía competir contra un libro de cuentos, una biografía contra un poemario, un libro de crónicas contra un análisis sociolingüístico. La verdadera libre competencia estaba expresada en las bases de un concurso literario del que se podría decir que es único en su género si no fuese porque precisamente no lo tiene.
De un tal Hermán Sifontes me enteraría varios años después, a mediados de 2006. Fue por mediación de Federico Vegas quien, junto a su hija, acababa de crear la Red de Equipos de Lectura, una Asociación Civil que ayudé a fundar junto a Luis Yslas. Entonces supe que detrás de la FCU, estaba un grupo de empresas llamado Econoinvest, y detrás de Econoinvest, estaban cuatro hombres que parecían tener todo tipo de intereses menos los que uno (por los prejuicios típicos de una clase media tirando para baja) supone que son los característicos de un "hombre de dinero": literatura, música, filosofía, historia, arte, sinología, deporte, ecología, cultura.
En cada uno de estos rubros, además de otros que se me escapan, uno puede encontrar el rastro de algún aporte decisivo de Econoinvest en la vida social de nuestro país de esta primera década del siglo XXI. Toda una propuesta de país que sólo por casualidad llegó a tener para mí un rostro. Tal es la condición sigilosa de aquellos que están más ocupados en hacer cosas que en regodearse en ellas.
Además del Premio Transgenérico, cabe destacar aportes como el concurso 100 ideas para Maracaibo, o el Retratos de Fe, de la Divina Pastora, así como el apoyo para el ya desaparecido Premio de Novela Adriano González León, que también resintió el golpe que hemos recibido con el injusto proceso (en el sentido kafkiano del término) a que están siendo sometidos Hermán Sifontes, Ernesto Rangel, Miguel Osío y Juan Carlos Carvallo.
Pero Econoinvest no se ha limitado a premiar el talento o la creatividad. También ha construido espacio de gratuita y libre discusión sobre temas que convocan la participación de cada ciudadano. Ejemplo de ello son la Cátedra Permanente de Imágenes Urbanas, la Conferencia Anual de la Fundación para la Cultura Urbana, los célebres y concurridos Ciclos de conferencias y Seminarios. Toda una gama de actividades que propiciaban el encuentro de los ciudadanos y que le daban a las nociones de ahorro e inversión (tradición y ruptura, diría Octavio Paz) un contenido humano.
La prueba de la amplitud de criterio que define la visión de Sifontes, Rangel, Osío y Carvallo está en el hecho de que han prestado sus servicios financieros y humanísticos a todos los sectores de la sociedad: el estatal, el privado y el civil. Esperemos que los principios de justicia prevalezcan y Econoinvest pueda retomar su labor de apoyar a los ciudadanos en ese acto que por cotidiano no deja de ser milagroso en estos tiempos: el ejercicio de la libertad.
Confirmado.com, 22/12/2012, enlace al original