domingo, 22 de julio de 2012

Mi amigo Juan, por Carlos Contreras

Siendo una persona que se dedica al comercio, no tengo la pretensión de admirarlos con estas líneas.

Mi sentido literario no va más allá de la lectura de uno que otro buen libro, sin embargo, este medio es ideal para contar lo que desde hace tiempo siento y quiero compartir.

Hace un poco más de 20 años me mudé a Caracas para cursar estudios superiores, para ello ingresé en la Universidad Santa María y comenzó para mí uno de los mayores y fructíferos retos de la vida, estudiar Economía.

Uno de los grandes temores para un provinciano como yo, era la percepción no equivocada que tenía de mudarme a una ciudad hostil, cuando la comparaba con el Barquisimeto mucho más apacible de aquella época.


Sin embargo un sabio consejo de mi madre decía que seguramente conocería gente buena, de valores, buenas costumbres y fiel apego familiar. Mi madre como siempre, no se equivocó, en el curso de esos años de estudios conocí mucha gente valiosa, gente que como yo, reconocemos el trabajo honesto y dedicado como la única manera de surgir, mejorar y poder ayudar, gente que con dedicación y riesgo asumen retos, crean y crecen en sus ideas, sin dejar nunca a un lado el valor fundamental que tiene la familia.

Un ejemplo que encaja perfecto en mi descripción es mi amigo Juan Carlos Carvallo, compañero de faenas largas de estudio y grandes sacrificios para lograr nuestra meta, amigo sin condición que hizo de su casa la mía.

Obtuvimos el título sin deber un favor, sin usar una influencia, sin amenazar con poder ni nada que se parezca, lo obtuvimos simplemente con esfuerzo y tesón, como lo hacen los buenos

Después de graduados, experimentamos cada quien en distintas áreas y fuimos obteniendo lo que se llama experiencia, es decir, nadie nos puso en ningún lugar porque éramos compadre de otro o porque apoyábamos a tal o cual, todo cuanto hicimos y fuimos logrando nos lo ganamos, lo bueno o lo malo lo forjamos en viva lucha. Me sorprende y me entristrece mucho ver como la inversión de valores nos ha llevado a esto, mi amigo Juan no tiene en su diccionario de vida la palabra delito, sin embargo, está preso; Mi amigo Juan arriesgó y emprendió, sin embargo, está preso; Mi amigo Juan creció en su negocio (Econoinvest), cumplió sus obligaciones y ayudó a muchos, sin embargo, está preso; Mi amigo Juan como todo un hombre que no la debe, da la cara, sin embargo, está preso. Levanto mi voz todo cuanto puedo y pido JUSTICIA, solo eso, no un favor, sino simplemente JUSTICIA.

El Impulso, 21/07/2012