jueves, 12 de mayo de 2011

Debacle del mercado de valores y muerte de permuta le sale caro al Gobierno

La debacle del mercado de valores no le resultó gratis al Gobierno. Eliminar el permuta y decirle adiós a las casas de bolsa le costó al Estado el interés de los inversionistas extranjeros.
Ahora Venezuela tiene que ofrecer uno de los intereses más altos de la región, con el rendimiento más alto del mundo, para que su deuda resulte interesante a los compradores internacionales y logre así obtener el financiamiento que esté buscando; lo que también conlleva una mayor entrada inmediata de dólares que alimentan la demanda de divisas del país.
La última emisión de deuda, vendida el año pasado después de la crisis del mercado de valores y su desaparición casi total, se ofreció con un cupón de 12,75% (Global 2022, y también los bonos de Pdvsa 2022), que ahora está generando un rendimiento de 18%, lo que le costará a la República unos $18.000 millones a su vencimiento.
Recuerdan analistas financieros que las casas de bolsa funcionaban como los inversionistas locales ante los ojos de los extranjeros. Y como intermediarios le generaban liquidez al inventario de papeles de la República (incluyendo los bonos de Pdvsa). Todos los días las empresas de corretaje impulsaban ese mercado comprando y vendiendo los papeles existentes.
Para un inversionista internacional el comportamiento de los inversionistas locales es un indicador: "Cuando un inversionistas extranjero comienza a prever que los locales están comprando deuda es porque advierte que hay una información que él no tiene y que estos locales manejan, lo que hace que la deuda se haga apetecible", explica uno de los viejos actores del mercado de valores.
"Cuando un banco decide vender una parte significativa de la deuda que tiene en su portafolio, por ejemplo, los inversionistas internacionales perciben esa posible acción e inmediatamente comienza a bajar un poco la deuda, porque prevén que va a haber una liquidez en el mercado local", agrega.
Pero ahora es otra la historia. Analistas financieros explican que con el fin del mercado de capitales también se acabó el movimiento que los inversionistas extranjeros observaban de los papeles de deuda pública venezolana.
Esto luego de que se eliminara en la Ley para Ilícitos Cambiarios la permisibilidad de la negociación de títulos valores en moneda extranjera y de que se les prohibiera a las empresas del sector la intermediación y hasta la tenencia de bonos de deuda pública.
Una banca en tres y dos
El sistema bancario del país también funcionaba de la misma manera que las casas de bolsa en los mercados extranjeros, sobre todo con operaciones directas de su tesorería, para agilizar y darle liquidez a su portafolio de inversión, y complementar así sus ingresos y generar rentabilidad.
Pero, aunque ahora las entidades bancarias tienen la exclusividad de la intermediación de los títulos valores de deuda pública, no interactúan directamente con los mercados extranjeros, sino que negocian con el único centro de transacciones del país en este momento: el BCV. Los bancos están obligados a negociar esos bonos a través del Sitme.
Los inversionistas extranjeros, según expertos financieros, no perciben que este nuevo sistema tenga el movimiento necesario para agilizar los portafolios, ni siquiera los de aquellos que apuestan más a los mercados emergentes.
La principal razón, según los analistas, es que el objetivo primordial del Banco Central es satisfacer la demanda de dólares del país; pero no produce la liquidez con los bonos de deuda que se generaba anteriormente con las empresas bursátiles.
"En el extranjero nadie se explica por qué ya no existen instituciones o brokers en Venezuela, que son los que tienen la habilidad de colocar mejor los bonos de deuda pública en los mercados internacionales", dice uno de los actores del extinto mercado de capitales del país.
Esto, para los grandes inversionistas extranjeros, representa un riesgo. Aunque la República no ha dejado nunca de honrar sus compromisos de deuda, a un comprador internacional le resta atractivo el hecho de que en Venezuela ninguna institución privada pueda responder ante una ausencia del pago a la fecha de vencimiento del papel.
"Aunque la posibilidad de un default es lejana, no es imposible", recuerdan los corredores consultados. "Cuando los inversionistas piensan en esa probabilidad asumen que de arriesgarse tiene que ser por un interés más caro", agrega.
Carlos Jaramillo, profesor del Iesa y experto en mercado de capitales, recuerda que un cupón más alto representa para una nación pagar más dinero durante la existencia de ese papel.
"Es verdad que un interés alto garantiza vender el bono con menos descuento y levantar más dólares por ese título. Pero un cupón alto compromete a pagar una cantidad mayor durante toda la vida del bono", dice el académico.
"En la medida en que se endeuda más la República, el servicio de la deuda es más importante cada año", agrega.
Se renunció a la ganancia
El sacrificio de la República para las últimas emisiones no solo se refleja en el cupón que está ofreciendo, sino también en el precio al que vende las emisiones.
En el año 2007, el Estado comenzó a hacer las ofertas de emisiones de deuda "a la par", por ejemplo, si la denominación del papel era de 1.000 dólares, el precio de ese papel correspondía al cambio neto en bolívares de acuerdo con la tasa de cambio de ese momento.
Antes de ese año, el Estado los estuvo ofreciendo a descuento, es decir, que el comprador del título pagó incluso menos de lo que significaba la denominación del papel. En el mismo ejemplo anterior, si el precio era de 90% el inversionista pagaba solo 900 dólares a la tasa de cambio actual.
A partir de 2007, la demanda del país por dólares mostró tal crecimiento que el Gobierno incluso comenzó a realizar emisiones a un precio con prima. De esta manera, recibía aún más dinero por cada papel vendido. Si ese valor extra era de 110%, por ejemplo, el inversionista debía pagar 1.100 dólares a la tasa de cambio de ese momento. Igual, los títulos se vendían, la sed de divisas fue la clave.
Esto generaba una tasa implícita por encima de la oficial, a veces muy superior, y le dejaba al Estado un diferencial cambiario, al que después de la destrucción del mercado de valores debió renunciar.
El año pasado el Gobierno regresó las emisiones a un precio a la par (100% del valor). El sacrificio se debió principalmente a que la tasa de cambio se mantuviera cercana a la ofrecida en el Sitme.
Esto aunado a que la República debió endeudarse de una manera más costosa. Si no ofrecía un cupón alto, el precio al que se cotizaría el papel en el extranjero sería más bajo, lo que provocaría que la tasa de cambio aumentara más, alejándose de la mostrada por el BCV.
En ese mismo ejemplo, si el valor en el extranjero es de 80% en un supuesto que se haya ofrecido a la par, el comprador en Venezuela recibirá por sus 1.000 dólares solo 800 al realizar la transacción de cambio, según explican los analistas consultados.
"Como quien compra inicialmente los títulos lo que quiere es dólares, esos mismos papeles los vende en el mercado internacional", explica uno de los expertos.
Al final lo que marca los precios de la deuda es el interés de esos inversionistas extranjeros.
CON INFORMACIÓN DE YOLANDA OJEDA

El Mundo, 12/05/2011, 4-5, Carjuan Cruz Lopenza