sábado, 21 de mayo de 2011

Andrés Boersner: La cultura urbana y la Academia de la lengua

Quiero agradecer, en nombre de la Fundación para la Cultura Urbana y su Sociedad de Amigos este reconocimiento especial que le otorga la Academia Venezolana de la Lengua. Nacimos hace una década para gestionar cultura y servir de intermediarios entre los creadores y su público, sin maniqueísmos ni intereses particulares.

Rafael Arráiz Lucca, al que hoy recordamos con afecto y gratitud, y que forma parte de esta noble institución, fue el que logró armar un equipo de talento humano que llevó adelante la publicación de más de un centenar de títulos de muy varia índole dentro del campo humanístico.

Se editaron también discos, videos, catálogos y se organizaron centenares de conciertos, charlas, foros, seminarios, conferencias y exposiciones. Rafael Arráiz pertenece a la estirpe de Mariano Picón Salas, Juan Liscano o Simón Alberto Consalvi en la capacidad gerencial de dirigir proyectos para difundir y alimentar los valores libertarios, democráticos y de formación integral que nos ofrece la cultura en cada una de sus manifestaciones.

Buena parte de este esfuerzo editorial y su archivo permanecen retenidos en los espacios donde estaban las oficinas y depósito de la fundación. Diez meses después, sin mediar explicaciones, los interventores de Econoinvest, empresa que corría con los pagos de arriendo, mantienen en cautiverio y expuestos al deterioro dicho material.

Cuando se retienen más de treinta mil libros o se desaparecen miles de ejemplares de las bibliotecas públicas tenemos el deber ciudadano de denunciarlo, no sólo por nosotros sino por nuestros hijos y nietos, quienes reclamarían nuestra actitud el día de mañana. La denuncia tiene que venir acompañada, en caso de no prosperar, por las posibilidades que nos ofrece la Constitución Nacional.

Quiero recordar también a nuestro compañero William Niño Araque, quien desde el principio contagió con su entusiasmo, conocimiento y calidad humana y colaboró decisivamente para el establecimiento de proyectos en fotografía, arquitectura, urbanismo y sociología, por los cuales muchos identifican la fundación.

Cada uno de nosotros tiene el compromiso de consolidar esos proyectos y enriquecerlos para honrar su memoria y para que el esfuerzo de otros, que hoy padecen persecución o cárcel por la intransigencia y arbitrariedad, no se pierda.

Nuestra pelea es a favor de la transmisión de saberes, dentro de un marco de pluralidad; es a favor de crear las herramientas para que el ciudadano disfrute, identifique y alimente sus propias inquietudes; para que sea un activista y no un consumidor pasivo , adoctrinado, lerdo, de bienes culturales.

Nuestra pelea no es contra nadie en específico, pero entiendo que a los oscurantistas no les agraden nuestros pasos. A ellos les digo, a plena voz, que seguiremos adelante, fortalecidos por los que siempre han sido los accionistas e impulsores de este proyecto: el ciudadano común.

En una democracia y en una actividad cultural la confrontación, el reconocimiento y la afluencia son imprescin//dibles. Como decía un filósofo y médico larense "la peor dictadura es la del miedo".
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Ustedes, como edecanes del lenguaje, han reconocido con generosidad y valentía a una trayectoria fundacional que seguirá avanzando con el mismo entusiasmo y principios que la originaron. Karl Kraus decía que el lenguaje era la madre del pensamiento.

Por eso, para cuidar ese lenguaje y canalizar su evolución está la Academia. Y las Fundaciones existen como facilitadoras de los distintos lenguajes que crea el hombre. Tenemos entonces una tarea conjunta que cumplir, en defensa del lenguaje y la cultura plural, libre y enriquecedora.

Tal Cual, 19/05/2011, enlace al original