sábado, 15 de septiembre de 2012

La canción “Sueños de libertad” se gestó en un cautiverio de dos años


“Sueños de libertad” evidencia las propiedades sanadoras de las artes. La canción compuesta por Ernesto Rangel se ha convertido en un símbolo de la lucha contra las arbitrariedades, aunque en principio fue sólo una herramienta para que el egresado de la Columbia University pudiera soportar los días en la cárcel.

Rangel está preso en los sótanos de la Dirección de Inteligencia Militar desde hace más de dos años sin ser condenado, junto con Hermán Sifontes, Miguel Osío y Juan Carlos Caravallo, los directivos de la casa de bolsa Econoinvest acusados de violación de la Ley contra Ilícitos Cambiarios, a pesar de que antes de su reforma en 2010 las operaciones con títulos de valores no estaban tipificadas como delito. Hace dos meses, el Consejo de Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas determinó que estas detenciones son arbitrarias y violan los derechos humanos de los presos.

Una persona acusada de comercialización ilícita de divisas y agavillamiento recibiría como pena máxima cinco años y ocho meses de cárcel, lo que significa que si hubiesen sido condenados en un juicio oportuno, los cuatro directivos de Econoinvest ya tendrían derecho a optar por una medida de libertad condicional.


La canción que escucharon hace pocas semanas los casi 3.000.000 oyentes que tiene el programa de Nelson Bocaranda en la emisora Éxitos 99.9 FM y que ya cuenta con miles de hits online, nació en la penumbra del cautiverio, entre la medianoche y las 3:00 am. Luego de que se celebró la primera audiencia del juicio, el 12 de julio, Rangel regresó desmoralizado a la celda donde había permanecido por casi 800 días y decidió convertir sus miedos en creatividad. El resultado fue el primer borrador de “Sueños de libertad”, tema al que Aquiles Báez le hizo los arreglos y en el que también participaron Marcial Istúriz, Ana Valencia, Hana Kobayashi, Ana Isabel Domínguez, César Gómez, Huguette Contramaestre, Alejandro Zavala, además de Constanza y Jackeline Liz, quienes prestaron sus voces. Los instrumentos son de Rodner Padilla (bajo y piano), Diego Álvarez (congas, bongos, campana y güiro), Adolfo Herrera (batería), Ezequiel Serrano (saxo) y Juliana Pérez (flauta). Báez toca la guitarra e Istúriz el timbal.

“Rangel me pidió que el arreglo fuera alegre, como de conga, porque no quería una música que entristeciera más a sus familiares”, recuerda Báez en un documento que circula en Internet sobre la canción.

Aprender para perdonar. Rangel siempre tuvo inclinaciones por la música. Para no perder el sentido del tiempo en prisión, concibió el proyecto de aprender a tocar cuatro. Cuentan que las páginas que integran el cancionero con el que practica están llenas de notas de apoyo escritas por Héctor Molina o Jorge Glem, integrantes del ensamble C4 Trío que lo visitan con regularidad y que junto con Báez se convirtieron en sus profesores del instrumento. Incluso, el tenor Aquiles Machado fue a visitarlo y se sorprendió de sus avances musicales.

La pasión musical de Rangel se vio exacerbada hace varios meses cuando llegó a los sótanos de la DIM Julián Conrado, miembro de las FARC conocido como “el Cantante” y quien lo enseñó a componer usando como guía la música popular colombiana.

Al parecer la amistad entre los reclusos comenzó cuando Conrado pidió que le permitieran tener una guitarra y Rangel le ofreció la suya. De esta cercanía con el colombiano también es una lección de tolerancia de la que pueden aprender los venezolanos: a pesar de que sus ideas políticas son opuestas, los une la música. He allí el verdadero poder de las artes.

Conrado le dijo que cuando estuviera inspirado escribiera unos versos sin preocuparse por la rima, sino que lo dejara correr y que a partir de ahí saldrían frases que luego podría transformar en una canción. Fue “el Cantante” el primero en ver el borrador de “Sueños de libertad”, pero pronto Rangel se dio cuenta de que hacía falta más que inspiración para componer una canción y se propuso hacerle varias modificaciones.

Machado y otros amigos le aconsejaron algunos cambios a las rimas y a los arreglos musicales, y Báez reunió a un grupo de músicos para grabarla. Se sorprendió del entusiasmo que generó la idea entre ellos. El resultado final es una canción que habla al corazón de los venezolanos, más que sobre la entereza de unos hombres encarcelados injustamente que no guardan rencor a sus captores, de un país que necesita trascender los egoísmos y unir las mitades de dos polos que no deberían ser irreconciliables. Por eso, la frase “En este encierro no caben odios/ contra la infamia sobra esperanza” con la que comienza la canción, suena a patria.

Arte y libertad

La Sociedad de Amigos, ente que absorbió las tareas de la Fundación para la Cultura Urbana, organizó durante el mes de septiembre un ciclo de recitales líricos con el sugestivo título Poesía y Libertad.

En el primero se dieron cita, en la librería Kalathos del Centro de Arte Los Galpones, Alfredo Chacón, Joaquín Marta Sosa, Edda Armas y Miguel Marcotrigiano. La fecha coincidió con la explosión de la refinería de Amuay y los poetas hicieron alusión al hecho; Marta Sosa comentó su estupor por lo ocurrido. Armas pidió un minuto de silencio y la libertad a los presos políticos como los amigos de Econoinvest y los comisarios Henry Vivas e Iván Simonovis.

En el segundo recital, convocado en la librería El Buscón, contó con la presencia de los poetas Gina Saraceni, Igor Barreto, Alejandro Oliveros y Alexis Romero.

El último, aún sin fecha, será en la plaza Los Palos Grandes y participarán los autores de los dos anteriores, junto con Rafael Cadenas, presidente vitalicio de la Sociedad de Amigos y poeta central de la tradición lírica nacional.

Reacciones de letras

Debido a la proyección internacional del trabajo que realizó la Fundación para la Cultura Urbana, intelectuales dentro y fuera del país se han pronunciado sobre el encarcelamiento arbitrario de los directivos de Econoinvest. La casa de bolsa tutelaba el organismo sin fines de lucro. Incluso, Hermán Sifontes, Ernesto Rangel y Miguel Osío apoyaban personalmente iniciativas culturales que les eran afines en las áreas de la literatura, la fotografía, la música y las artes plásticas. Y eso no lo olvidan los artistas. Por eso, Rafael Cadenas, Tulio Hernández, Federico Vegas, Francisco Suniaga y Camilo Pino, entre muchos otros escritores nacionales, se han manifestado sobre este hecho, así como lo han hecho otros autores fuera de las fronteras, como los colombianos Héctor Abad Faciolince y Santiago Gamboa.

Las Frases

“Ahora, en plena campaña electoral venezolana, cabe preguntarse: ¿Se le garantiza al ciudadano una justicia independiente?”

Santiago Gamboa, autor de Necrópolis

“[Que los banqueros son ladrones] es un viejo mito de la izquierda y tener preso a un banquero da réditos políticos. Venezuela tiene una economía distorsionada; para empezar, no se sabe realmente cuánto vale un dólar”

Héctor Abad Faciolince, autor de El olvido que seremos

“El caso Econoinvest es la historia de una conspiración cuya urdimbre fue tendida por el más alto poder político del Estado y luego tramada por las más representativas autoridades del Poder Judicial. Los rostros de los responsables de esta infamia que perdurará en la memoria de la decencia de este país son conocidos”

Francisco Suniaga, autor de Las otra isla

“La justicia, volviendo a Tolstoi, es como la familia: cuando entramos felices en ella parece ser la misma puerta para todos, cuando se nos niega la entrada se convierte en esa única puerta que Kafka ha descrito con devastador acierto”

Federico Vegas, autor de Falke

El Nacional, 14/09/2012, Michelle Roche Rodríguez, enlace al original