viernes, 8 de octubre de 2010

Las cifras de Econonvest niegan desde la intervención hasta la liquidación

A cuatro meses de haberse iniciado el proceso de intervención de Econoinvest, sólo han autorizado el pago a 700 de 46.000 clientes. Nada a los acreedores. Y comienza un proceso compulsivo de despidos masivos.

Todo indica que desde el principio la intención de la Superintendencia de Valores y de la autoridad interventora fue, a todo evento y quién sabe con qué oscuros fines, la liquidación.

Desde el principio, recurriendo a las matemáticas más elementales, al momento de su intervención, en Econoinvest existían los recursos suficientes para hacer frente al pago de todos sus pasivos laborales y a todos los compromisos: con clientes y proveedores.

Al 30 de abril de 2010, las utilidades no distribuidas correspondientes a los años anteriores alcanzaba la suma de 279.232.269 millones de bolívares fuertes. Por otra parte, el patrimonio neto para esa misma fecha se ubicaba en 355.005.869 millones de bolívares fuertes, lo cual, para ese instante, representaba un incremento de 32% con respecto al 2009.

A finales de abril de este año, los activos de la Casa de Bolsa eran 937.241.07 millones de bolívares fuertes, mientras que los pasivos constituían 582.235.148 millones de bolívares fuertes.

En términos sencillos, se concluye que el total de los pasivos representaba el 62% del total de los activos de la Casa de Bolsa “la compañía tenía para cubrir el total de los pasivos y le sobraba activos por 38%” indica una fuente bien informada.

Este análisis inicial hace que para la Interventora de Econoinvest y para la Comisión Nacional de Valores sea imposible aseverar que la empresa era insolvente, ya que patrimonialmente tenía una fortaleza que no alcanzaba ninguna otra casa de bolsa en el país. En este punto también destaca la liquidez que presentaban los activos.

ECONOINVEST era una corporación, no una boutique financiera

Los dividendos que la empresa arrojaba se reinvertían. Y se hizo más líquida cuando cumplió con la orden emanada del organismo supervisor, de “desarmar” los mutuos, pues no había ya financiamiento ni del lado de los clientes, ni del lado de Econoinvest.

Documentos confidenciales de la compañía reportan que siempre se trató de mantener una estructura de activos de fácil convertibilidad en efectivo; por lo tanto,  los niveles de liquidez  se mantenían  siempre elevados.

Por ser una casa de bolsa y no tener acceso al mercado monetario, Econoinvest siempre tuvo como política mantener altas reservas secundarias de liquidez en títulos públicos, razón por la cual durante el desmontaje de los mutuos ordenado por la entonces Comisión Nacional de Valores en fecha 29/01/2010, para ser ejecutado en un lapso de 90 días, en sólo dos meses canceló unos 3.258 millones de cheques y realizó 19.000 transferencias bancarias.

Los otros activos no financieros, inmuebles e inversión en tecnología, entre otros, alcanzaban apenas el 22% del patrimonio al momento de la intervención, lo cual demuestra la clara solvencia de la empresa.

Los documentos dan cuenta por igual que en cuanto al índice de apalancamiento total pasivo financiero directo/patrimonio hay que destacar que el mismo se encontraba en 1,19 al cierre de abril de 2010, estando por debajo del promedio del mercado de valores venezolano y demostrando tener un patrimonio similar al nivel de pasivos, muy por encima de las instituciones financieras locales.

Las cifras aquí expuestas indican que Econoinvest Casa de Bolsa al momento de su intervención, el 24 de mayo de 2010, contaba con recursos más que suficientes para hacer frente al pago de todos sus pasivos, por lo que no se explica, al menos con argumentos técnicos, por qué los acreedores de la compañía continúan sin obtener sus pagos.

Todo indica que desde el principio la intención de la Superintendencia de Valores y de la autoridad interventora fue, a todo evento y quién sabe con qué oscuros fines, la liquidación, situación que no se justifica.

Basados en la solvencia de la empresa, la casa de bolsa podía seguir operando y respondiendo a sus clientes, mientras se desarrollaba el juicio establecido en los tribunales nacionales contra de sus directivos.